¡Qué tremenda lección es ésta para nosotros! El sólo conocimiento de las Escrituras, por grande que sea, no es la verdadera sabiduría. La sabiduría comienza cuando el pecador tiembla ante la justicia de Dios. La sabiduría florece cuando el pecador perdonado vive por la gracia del Señor. Sin esa sabiduría, no importa cuánto conocimiento tenga una persona de la Biblia, aún sigue en las tinieblas, y en las tinieblas no hay esperanza.
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